domingo, 15 de julio de 2012

PORQUE NOS QUIEREN


Cuatro décadas de dictadura no se esfuman en unos años. Sólo desde la ingenuidad podemos pensar que ya ha pasado mucho tiempo, ha llovido mucho y la sociedad en la que vivimos es moderna y del s.XXI. Y menos aun si hay un sector del país que no ha podido cerrar su duelo y no ha podido siquiera enterrar a sus familiares. Al contrario, ciertas maneras de pensar heredadas, una forma de inconsciente colectivo, permanece porque ha quedado inscrita de forma profunda en el psiquismo de las personas, en nuestra parte más inconsciente. 

      Por otro lado la franja de edad de las personas que ahora detentan el poder y el dinero, de los grandes empresarios, jueces, presidentes de la ceoe, bancos, consejos de administración, etc. se sitúa muy habitualmente de los 50 años en adelante. Es decir, personas que se criaron en el franquismo y mamaron desde pequeños una forma más autoritaria de relacionarse. Desde la vinculación con los padres, mucho más basada en la sumisión que ahora. Hasta la relación con el poder, la figura del jefe. Hay para ello, múltiples ejemplos en el cine español de la época, como aquel director de sucursal bancaria de "Atraco a las tres" (1962), autoritario, inflexible, rígido, y con bigote, ante el que los trabajadores subordinados (los deliciosos J. L. Vázquez, Manuel Alexandre y Agustín González) se plegaban sumisamente, sin un pero, y un temor reverencial. Como digo, esto no desaparece de un día para otro. El famoso "te pego porque te quiero...lo hago por tu bien" en forma s.XXI sigue vigente. No hay más que ver las medidas del gobierno. Te recorto por tu bien, te reduzco derechos porque es la única manera, te bajo el sueldo porque es necesario, son corolarios de ese te pego porque te quiero. ¿Y ante eso, cómo reaccionamos? Hay una parte de la sociedad que se rebela, que protesta, obviamente. Pero es espeluznante cómo cala con facilidad en tanta gente ese mensaje fácil de "son medidas dolorosas pero necesarias". Como el niño, que tras haber hecho travesuras (me compré un coche, una casa) agacha la cabeza ante la reprimenda del padre (viviste por encima de tus posibilidades) y acepta los capones como algo necesario, -me pega porque me quiere-. Incluso, parece discernirse en algunas personas, obviamente de derechas, la nostalgia por una mayor contundencia. Por algo Rajoy no es del todo ese líder que esperan, y no logra una mayor unanimidad entre sus votantes, le falta algo, y ese algo es que no llega a ser suficientemente Aznar (hay que recordar que el PP aúna a toda la derecha, por tanto entre su arco electoral se acomoda con mayor o menor satisfacción gran parte de la oligarquía franquista). Como achacándole, que además de hacer los recortes, debería dar un golpe sobre la mesa y al más puro estilo chulesco aznariano soltar un par de exabruptos. Quizá por eso triunfa tanto Esperanza Aguirre. Ella sí mete caña, no como el blando de Rajoy. Mi abuela cuando hablaba de Franco, decía que no era una dictadura, ella lo llamaba, como tantos otros, una "dictablanda". Asumiendo que, bueno, sí, no votamos, pero todo lo que hace lo hace por nosotros -lo hace porque nos quiere-. Seguimos en un punto parecido. En el imaginario de gran parte de la sociedad, al menos de 10 millones (tal vez ahora alguno menos) papá Rajoy, sentado en su sillón a punto de irse a la cama, se fuma un puro preocupado por España, por los duros recortes que no quisiera hacer, pero que se ve obligado, por la nación, por España, por nosotros, que no sólo seremos los beneficiados si no que, ¡ay malnacidos!, no se lo agradecemos. Pero eso le da igual, porque como gran papá de todos, lo hará por  nuestro bien, a pesar de lo doloroso que le resulta.

      Ya he dicho alguna vez que Buenos Aires me recuerda mucho a Madrid. La ciudad más europea de Argentina. Y la ciudad del mundo donde más pintadas de corte social y reivindicativo que yo haya visto.  Sin duda tienen motivos. Hace unos años, paseando por sus calles, me gustaba apuntarlas en una pequeña libreta. Una libreta que no he vuelto a mirar pero alguna de esas pintadas se me quedó grabada, como aquella que decía "nos mean encima y decimos que llueve". La derecha tan gustosa de una autoridad fuerte, que no permita manifestaciones, que reprima cualquier tipo de atisbo de acampada, tan proclive a culpar a los demás y al "que se jodan", a la misa y al "como Dios manda", tan nostalgiosa de una versión 6.0 de la dictablanda, tolera los recortes y se identifica con ellos, de hecho podrían escribir en cualquier muro "nos mean encima, pero lo hacen porque nos quieren".



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