domingo, 12 de septiembre de 2010

ELOGIO (NECESARIO MÁS QUE NUNCA) DE LA RISA


Queridos míos, recién llegado de Sicilia como quien dice. Después de bañarme en el Jónico y en el Tirrénico. Que se parecen tanto al Mediterráneo que haría falta un perito experto para intentar diferenciarlos... ando yo desesperado por la vuelta al trabajo. Envidiando los trabajos de todos. Odiando el mío. Pensando en qué hacer para no hacer nada, para dedicarme a la buena vida y al cachondeo y no volver a trabajar jamás, para que me den una IPA y a vivir (IPA= incapacidad permanente absoluta, pensión de por vida!!)... y en esta desesperación que me suele durar unas semanas me entran ganas de hablar sobre la alegría y la tristeza. Y es que durante cientos de años, la tristeza fue el octavo pecado capital. Sí sí sí hijos míos. Hasta que San Gregorio Magno los dejó en 7. Porque se consideró redundante la tristeza y la pereza. Y es que no hay nada más perezoso que estar triste. No hace falta hacer nada y viene. Sin embargo la alegría, la broma, hace falta invocarlas. Hay que hacer un esfuerzo, una cuestión de actitud. La alegría por definición, como emoción positiva que es, no puede ser de larga duración. Las emociones positivas son efímeras. Esto lo sabemos desde que Frijda publicó las leyes de las emociones. Por mucho estallido de alegría que te de una quiniela de 15, a los pocas horas o días, la preocupación por dónde guardarás el dinero vienen a sustituir al estallido inicial. Una cuestión de actitud.

A mí me gusta decir que el sentido del humor es el sentido del amor, sólo me apetece hacer reír a la gente que quiero y aprecio. Es la mejor ofrenda. Es lo que nos salva. Y no tengo dudas de que la risa es un indicador de salud. Dime cuánto te ríes a lo largo del día y te diré cuánto de feliz eres. Aunque solo sea porque el humor establece una distancia con la realidad, una distancia que te ayuda a desdramatizarla y a poder afrontarla de otra manera. A veces, no puedes dejar de fijarte en gente tan desbordada por la realidad que no es capaz de establecer esa distancia. Que parecen continuamente desbordados por ella, como si lo que les pasara fuera lo más terrible del mundo. Auténticos imanes de desgracias. Que en realidad no lo son tanto pero han llegado a convencerse de que su realidad es triste. No hay nada más cansinamente coñazo que un melancólico. Y es curioso, pero cuando somos niños no hay que hacer tanto esfuerzo. Es en esa espontaneidad, ajena a la rigidez de los adultos cuando más felices somos. Hay algo en el proceso de hacerse adultos que olvidamos. Algo que el Psicodrama llama espontaneidad, en contraposición a lo que se ha quedado congelado, a los contenidos que la cultura nos va transmitiendo y quedan fijados ("conservas culturales"). La creatividad, y por ende la risa, la espontaneidad, el pensamiento divergente, el Psicodrama, tienen que ver con la libertad. La libertad de coger lo que se ha quedado congelado, transformarlo y darle la vuelta.
Por ahí leía un estudio hace poco, que decía que las mujeres ríen mucho más que los hombres. Y especialmente en presencia de ellos. Probablemente porque el esfuerzo de esos hombres es hacer reir. Podría ser. También decía el estudio que las mujeres encuentran mucho más atractivo a un hombre que las hace reir. Seguramente ese mecanismo de seducción hace perpetuar el sistema. De cualquier manera, es cierto que es difícil encontrar una mujer que haga reir. Y es muy fácil encontrar un hombre con esa actitud. Sin embargo hay que tener cuidado porque la broma y la risa tienen también su mala prensa. Últimamente estoy hasta el pelo de la gente que considera que las bromas son dañinas, que no se puede estar haciendo bromas, que es de mal gusto, como si hubiera un guión del que no se puede uno salir, y si lo hace es incorrecto. Probablemente no hay nada más unido al humor que salirse del guión, la sorpresa. Si pensáis en qué hace reir de un chiste o de algo gracioso es precisamente eso... la sorpresa de salirse de un carril que tú en tu mente ya habías recorrido. En fin. Me considero un fanático de todos los tipos de humor, unos me parecen sublimes como Les Luthiers y otros no me hacen gracia, como Los morancos pero bueno, hay diferentes sensibilidades. Y me niego a plantear una vida rígida en la que todo sigue el guión establecido. Riámonos de todo. Riámonos sobre todo de nosotros mismos. No te tomes la vida tan en serio. Al final la vas a palmar igual. Y ten el coraje de tener esa actitud de regalar risa, aunque a los cenizos de siempre les parezca que eso se llama inmadurez.
Actitud, amor, esfuerzo, invocación, poder alejarse de la realidad para no caer bajo su peso, reirse de uno mismo. Casi nada es tan importante como para que no le podamos encontrar la vuelta. Ése es el camino.


2 regalitos.

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2 comentarios:

  1. Maravilloso don el de la vis cómica.
    Pero en su defecto, hay que tener sentido del humor. O intentar desarrollarlo. Con él, la vida es mucho más fácil.
    Estoy de acuerdo contigo.

    Me encanta la sonrisa de ese bebé (a punto de la carcajada, propia y ajena).

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  2. Si la gente elige no reírse, no saben lo que se pierden: endorfinas y un gran momento. Y eso como mínimo. Como he leído: a reír también se aprende.

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