sábado, 5 de diciembre de 2009

MANIPULACIÓN I


Si quisiéramos manipular a alguien, pongamos a un grupo de 10 amigos, imponerles nuestro criterio, que se comportaran de una determinada manera que a nosotros nos parezca adecuada o aún mejor que se comporten y piensen de esa manera, para empezar tendríamos que recurrir a los "clásicos". ¿Qué han hecho los "grandes manipuladores" a lo largo de la historia? los profesionales, los que le han dedicado a esto de manipular, tiempo y energía.


Lo primero nos dirían, sería restringir la información. Sólo podría llegar nuestra idea. Pero tan importante como que llegue la nuestra es que no llegue ninguna otra. Pensemos por ejemplo en Irán prohibiendo la "música occidental" (¿?: por cierto, Fran Perea es música occidental? Bien, hay que respetar a Irán eh). Las dictaduras siempre lo han tenido claro, hay que prohibir la música. En Argentina, de las primeras cosas que hacían los golpistas militares era prohibir el tango. Algunos tangos por ser subversivos (Pan) en su letra otros por derrotistas (Cambalache).

Cualquier resquicio a través del cual pueda entrar un pensamiento divergente puede ser el germen que derroque el pensamiento único. Por tanto, controlar la información.


Otro clásico de la manipulación es el control absoluto de los métodos coercitivos. Si alguien se permite el lujo de discrepar siempre nos quedará la tortura, la cárcel, algo realmente contundente, intentando eso sí, una cierta discreción, si puede ser una tortura "invisible", que no trascienda y de la que no se hable, mejor (40 años de franquismo son un buen ejemplo).


Otros clásicos son cómo no, el tener un enemigo exterior, es decir "hay que tomar medidas porque si no...", si no... nos invadirán, degenerará la cultura, se perderán nuestras tradiciones, la familia se hundirá, etc". También es muy importante dotar de una ideología que rearme, que los manipulados puedan transmitir degeneración en generación, unos valores.


Para lograr todo esto, hay entornos que son especialmente privilegiados. Para que la información no fluya, o fluya sólo la nuestra, no hay nada como un entorno muy cerrado. Por ejemplo una cárcel, una sociedad que no se relacione con el exterior (¿se os ocurren ejemplos?), una secta cuyo primer punto en su decálogo de actuación es cortar los vínculos con otras personas, un colegio privado con normas muy estrictas...


Pero manipular, con estos métodos tan obscenos, no es nada fácil hoy en día. Son sobradamente conocidos y topan con varios problemas que hacen que se tenga que recurrir a formas mucho más sutiles. Como tantas cosas, el arte de manipular ha tenido que refinarse a lo largo de la historia. La mejor manipulación, no hay duda, es la que pasa desapercibida. Aunque siempre hay nostálgicos de los viejos métodos y que además les funciona. Berlusconi es uno de ellos, con casi todos los medios de comunicación en Italia. No creeríais lo que se desconoce de Berlusconi en Italia, simplemente porque allí no se publica.


Pero por qué os cuento esto. Porque hay otros grandes "profesionales" del tema, que han visto mermada su capacidad de influencia. El flujo de información de nuestra sociedad se lo pone muy difícil a la Iglesia. Generalmente beneficiada por tener el monopolio del mensaje único, de la formación en la escuela, del apoyo gubernamental, hoy día tiene que renovar su manera de influir. La era de internet, de la Tv, o simplemente de la movilidad, del intercambio de información, les puede. Se calcula que la cantidad de información que hoy día maneja un niño de 6 años es equivalente a la que manejaba un emperador romano dirigiendo su imperio. Solamente pensad el bombardeo continuo de imágenes, música, publicidad, escuela, juego, dibujos a la que es sometido un niño, a la que estamos todos sometidos. Esto se resume en lo que el acervo populachero denomina "los niños de hoy... es que saben latín, no como nosotros".

Pero no me quiero desviar. El tema de los crucifijos en la escuela pública, si hay que retirarlos o no, es un ejemplo más de la pérdida de privilegios de la Iglesia que trágicamente asiste a su declive.


Para mí el tema de los crucifijos es un tema que está bastante claro, lo que me llama la atención es asistir al debate, a los argumentos que se esgrimen desde cada trinchera. Hay cosas que nunca dejarán de llamarme la atención, una de ellas es la incapacidad de los católicos para darse cuenta que ellos también pueden ofender, que su simbología, su cruz, sus ritos, su presencia en lo público pueden molestar. ¿Pero a ti, qué más te da, te molesta el crucifijo? te sueltan de sopetón, como no dando crédito, como si fuera imposible.... eeeeh pueeees sí, lo siento, me molesta... y a pesar de oirlo siguen sin dar crédito, "pero si transmite valores... si es algo bueno... si... si ... si...", ya, ya, pero es que no me escuchaste, que me molesta digo. Nunca se valorará lo suficiente lo que llamo la paciencia del ateo. Sí, sí, la paciencia. Paralelo a la mandíbula de cristal de los católicos, que rápidamente se sienten ofendidos ya sea por una película, ya sea por una campaña publicitaria en un autobús, y llegan a reclamar el boicot manifestándose a la puerta de un cine, ahí están los ateos sin abrir la boca, sin manifestarse, por hechos tan curiosos como por ejemplo, que un gobernante político jure su cargo delante de un crucifijo (en un estado aconfesional según dice la Constitución), por no entrar en otros charcos más sutiles.


Las palabras acaban perdiendo su significado, si Rouco, denuncia que la retirada de los crucifijos es una imposición, es que la palabras definitivamente son completamente manipulables y pueden significar lo que nos dé la gana (esto ya lo decía Lewis Carrol). Nadie, ningún ateo, libre pensador, o persona crítica en general quiere imponer nada, y de hecho una persona crítica que se precie de serlo velará porque las personas que viven legitimamente un sentimiento religioso, sea del signo que sea, puedan expresarlo, y tengan libertad para poder vivirlo. Lo que se pide es que los que no, los que les molesta lo religioso, por los motivos que sean, no lo tengan que vivir obligatoriamente y en este caso no tengan que ver obligatoriamente la simbología de una religión en particular colgada de su pared. En un contexto público, en un Estado laico y que por tanto tiene la necesidad de separar lo que es un ciudadano (todos) de lo que es un feligrés (sólo algunos) ¿Quién impone a quién? ¿Velarán los católicos por esa neutralidad del espacio público?
¿Una caterva de ateos desatados asaltarán enfurecidos los Belenes públicos sustituyéndolos por fotos de Belén Esteban? Quién sabe, son temas que nos desbordan.




1 comentario:

  1. "puedan transmitir DEGENERACIÓN en generación" ese subconsciente... jejejeje.

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